lunes, 6 de septiembre de 2010

La maldición de la sacerdotisa de Amón Ra

Una parte de mí (la del egiptólogo científico, el que busca pruebas y no cree en pamplinas de "piramidiotas", ovnis que vienen a construir pirámides y tontunas similares) se resiste a hablar de este tema en este espacio. Pero otra parte de mí (la del tipo que vive más en el lado de la Fantasía y la imaginación que en la dura realidad) le encanta la maldición de la sacerdotisa Amón Ra, no tan conocida como la de Tutankhamon. Esta ni es maldición ni es nada: probad a abrir unas estancias que han estado cerradas durante 3.500 años y respirad sin protección, a ver que os pasa. Unid a eso una serie de casualidades -en el mismo instante en que se producía el fallecimiento de Lord Carnarvon, que financió la excavación, cerraba asimismo para siempre sus ojos en su castillo de Inglaterra su perra favorita, Susie, y se apagaban todas las luces de la capital egipcia, a pesar de que el suministro de electricidad estaba a cargo de seis generadores independientes.- y tendréis una bonita maldición. Pero la de la sacerdotisa...da canguelo.

La Princesa de Amon-Ra, tambien conocida como la Sacerdotisa de Amon-Ra, vivió hace más de tres mil años en Egipto. Al morir, su cuerpo embalsamado fue depositado en un bello sarcófago de madera y éste enterrado en una cripta de Luxor, junto a la ribera del Nilo. A finales del año 1890, cuatro jóvenes adinerados de Inglaterra visitaron las excavaciones arqueológicas del lugar el día preciso en que la cámara mortuoria había sido descubierta y tuvieron la posibilidad de contemplar el sarcófago de la princesa, recién extraído de su lugar de descanso eterno. Pero no se conformaron con observarlo y participaron de una subasta para adquirir dicho tesoro. Uno de ellos, fijo una suma convenientemente alta y pidió ayuda a unos nativos para trasladar el sarcófago hasta el hotel en donde se hospedaba. Algunas horas más tarde, el flamante propietario del sarcófago se internó solo en las arenas del desierto y no volvió a ser visto jamás. Al día siguiente, uno de sus tres compañeros perdió un brazo tras ser herido accidentalmente por el disparo de uno de sus criados egipcios. La maldición atacó a los dos amigos restantes cuando volvieron a Inglaterra; Uno de ellos descubrió que se encontraba en bancarrota y el otro fue afectado por una extraña enfermedad que lo dejó paralítico.

Algún tiempo después, y tras la misteriosa racha de infortunios, el sarcófago llegó a Inglaterra dejando un rastro de desgracias. Su nuevo dueño, un empresario del lugar, sería una nueva víctima de la cadena de extraños incidentes; Un accidente fatal de tres de sus familiares y el incendio repentino de su propiedad. Como éste último caballero era muy supersticioso e inmediatamente le atribuyó las descgracias a la posesion adquirida, se deshizo del sarcófago, donándolo al Museo Británico. La supuesta maldición, afectó tambien al vehiculo que lo transportaba, ya que el camión se puso en marcha de forma inesperada y atropelló a un peatón que nada tenía que ver con el asunto. Además, uno de los operarios que lo llevaba se rompió una pierna y otro murió a los pocos días aquejado por una enfermedad desconocida. Los problemas se agravaron cuando el precioso ataúd se colocó en la sala egipcia del museo: los vigilantes escuchaban golpes y sollozos que venían del interior del sarcófago; Otras piezas del museo se movían sin causa aparente; Se encontró a un guardián muerto durante la ronda y los otros dejaron el trabajo; Las limpiadoras se negaban a trabajar cerca de la momia. Finalmente decidieron trasladar la pieza al sótano para evitar problemas, pero ésta solución no surtió efecto, ya que uno de los conservadores murió y su ayudante cayó muy enfermo.

La prensa no tardó en enterarse de la situación y comenzaron a trascender versiones sobre la maldición de Amon-Ra. Un reportero hizo una fotografía del sarcófago y cuando la reveló se encontró con un rostro horrible y macabro en lugar de la pacífica expresión que tiene pintada el sarcófago de madera. Se dice que, tras contemplar la imagen durante un rato, el fotógrafo se fue a casa y se pegó un tiro. Finalmente, el Museo Británico decidió desprenderse de la “Princesa”. Un coleccionista la compró y, tras la clásica cadena de muertes y desgracias, la encerró en el desván y buscó ayuda.

El “asustado” caballero acudió a nada más y nada menos que Madame Helena Blavatski, quien en ese momento era toda una autoridad en lo que se conocía como “ocultismo” de principios del siglo XX (hoy fenómeno paranormal). Al entrar en la casa sintió una presencia maligna emanar del desván. Descartó la idea del exorcismo y suplicó a su propietario que se deshiciera de ella con urgencia. ¿Pero quién, en toda Inglaterra, iba a querer comprar una momia maldita? Nadie. Afortunadamente, fuera del país surgió un comprador: un arqueólogo americano que adjudicó las desgracias a una cadena de casualidades. Se preparó el envío a Nueva York. La noche del 10 de abril de 1912, el propietario cargó los restos mortales de la princesa de Amon-Ra en un barco que se disponía a atravesar el Atlántico con dos mil doscientos veinticuatro pasajeros: el trasatlántico clase Olympic R.M.S. Titanic.

P.D. El egiptólogo racionalista que hay dentro de mí quiere dejar claro un dato: en los registros de equipajes del Titanic no se tiene constancia de que hubiera ninguna momia egipcia.

4 comentarios:

Nussca dijo...

Cada vez me dejas mas sorprendida Cesar, este relato si que no me dejaba respirar, tan bien escrito y tan misterioso, me gusta tu aclaración del principio sobre el tema de los ovnis, gracias por no dejarnos caer en esa incultura. Fantástico relato y con ese toque de misterio casi de " mejor no leerlo antes de dormir"

Kris dijo...

Creo que hablo en nombre de todos cuando digo "escribe más, mandril"XD;me ha encantado,pero espero no acordarme ni esta noche,ni las venideras,jeje.Un Besazo,"Freak"

Nenya dijo...

Que sepas que por culpa de esta maldita momia me pasé una noche sin dormir. Aqui va mi estúpida historia:

Vi la noticia en Internet, le eché un vistazo por encima, y la descarté como "ya estamos con la misma mandanga". Mis ojos tropezaron con la frase "las limpiadoras no querían acercarse" y con "al revelar la foto se encontró con un rostro horrible y macabro en lugar de la pacífica expresión...". Acto seguido miré la foto del sepulcro original y....repeleuco total. Cerrar navegador. Cagarme en Amon Ra y en tu bendita novia, que subió el enlace al facebook. (sin animo de ofender a Marisa, por supuestisimo )

Toda la puta noche con la imagen de un precioso sepulcro egipcio en la cabeza, y sin poder dormir.

Siniestro e inquietante. Y no se por qué cojones. Odio esa foto.

Anónimo dijo...

me parecio una historia muy interesante aun que me gustaria saber mucho mas vi un videa que hablaba de lo sucedido me gustaria saber de donde sacaste esta informacion